Edvard Munch creció en Oslo (entonces llamada Christiania), donde formó parte del grupo artístico Bohemios de Christianía fundado por el poeta y expresionista Hans Jager. Su madre y una de sus hermanas murieron siendo él muy joven y a otra de sus hermanas le fue diagnosticada una enfermedad mental. Su padre estaba dominado por obsesiones religiosas. Inculcó a sus hijos un profundo temor hacia el infierno asegurándoles que si pecaban de cualquier modo serían condenados al infierno sin esperanza de perdón.
Munch pasó una infancia con numerosas enfermedades, y de los cinco hermanos originales tan sólo Andreas se casaría, muriendo unos pocos meses después de la boda. Estos hechos podrían explicar la oscuridad y el pesimismo de gran parte de la obra de Munch. Más tarde afirmó: "La enfermedad, la locura y la muerte fueron los ángeles que rodearon mi cuna y me siguieron durante toda mi vida". Varias fuentes modernas describen la enfermedad de Munch como un caso probable de desorden bipolar. Él consideraba esta personalidad conflictiva y un tanto desequilibrada como la base de su genio.
En 1885 llevó a cabo el primero de sus numerosos viajes a París, donde conoció los movimientos pictóricos más avanzados y se sintió especialmente atraído por el arte de Paul Gauguin. No tardó en crear un estilo sumamente personal, basado en acentuar la fuerza expresiva de la línea, reducir las formas a su expresión más esquemática y hacer un uso simbólico, no naturalista, del color, y de ahí su clasificación como pintor simbolista. De 1892 a 1908 vivió en Alemania, sobre todo en Berlín, aunque hizo frecuentes viajes a Noruega y París. En Berlín presentó en 1892 una exposición que tuvo que ser retirada por el escándalo que suscitó y que dio pie a la creación de la Sezesion berlinesa. En 1908 volvió definitivamente a Noruega, donde recibió algunos encargos oficiales (pinturas del paraninfo de la Universidad de Oslo) y pasó sus últimos años en soledad.
En los años 30 y 40 los Nazis etiquetaron su trabajo como "arte degenerado" y retiraron sus trabajos de los museos alemanes. Este hecho hirió profundamente a Munch, que se consideraba un antifascista y había llegado a apreciar Alemania como su segunda patria.
Murió en Ekely, cerca de Oslo, poco después de su octagésimo cumpleaños.
Obras
El grito.
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