lunes, 14 de diciembre de 2009

Naciones e imperios en el siglo XIX

La reina Victoria (Londres, 24 de mayo de 1819 - Isla de Wight, 22 de enero de 1901) fue Reina del Reino Unido y de Irlanda desde la muerte de su tío paterno, Guillermo IV del Reino Unido, el 20 de junio de 1837, hasta su propia muerte el 22 de enero de 1901, y la primera Emperatriz de la India desde el 1 de enero de 1877 también hasta su muerte.
La reina Victoria es tatarabuela de la reina Isabel II del Reino Unido, el rey Juan Carlos I de España y de su consorte la reina Sofía de Grecia, la reina Margarita II de Dinamarca, el rey Carlos XVI Gustavo de Suecia y el rey Harald V de Noruega . Reinó durante casi 64 años, siendo el suyo el reinado más largo de la historia de Gran Bretaña. El reinado de Victoria estuvo marcado por la gran expansión del Imperio Británico. La Era Victoriana -como se denominó a su reinado- estuvo caracterizada por la Revolución Industrial, un período de cambios significativos a nivel social, económico y tecnológico en el Reino Unido; estos cambios acabaron por consolidar al Reino Unido como la primera potencia de su época.
Victoria, cuya ascendencia era casi exclusivamente alemana (excepto por su antepasado, Sofía de Hannover, descendía también por línea femenina de Jacobo VI de Escocia y I de Inglaterra), y fue la última monarca de la Casa de Hannover. Su hijo y sucesor, Eduardo VII, pertenecía a la Casa de Sajonia-Coburgo-Gotha.



Luis Napoleón Bonaparte (París, 20 de abril de 1808 – Inglaterra, 9 de enero de 1873), único presidente de la Segunda República Francesa en 1848 y luego el segundo emperador de los franceses en 1852, bajo el nombre de Napoleón III, siendo el último monarca que reinó sobre este país.
Nacido en el seno de la Dinastía Bonaparte, fue hijo de Luis Bonaparte, rey de Holanda y de Hortensia de Beauharnais, hija de la emperatriz Josefina. Sobrino de Napoleón I, se hace heredero de los derechos dinásticos después de las muertes sucesivas de su hermano mayor y de Napoleón II.
Su filosofía política es una mezcla de romanticismo, de liberalismo autoritario y de socialismo utópico, aunque en los últimos años fue insigne defensor del tradicionalismo y de la civilización católica. Quiso significar una reparación frente al anticlericalismo y el ateísmo de la Revolución Francesa. Tuvo una política de expansión de la civilización clásica que creía Francia representaba, frente al surgimiento de Alemania y Estados Unidos, potencias emergentes de tipo protestante.



Giuseppe Garibaldi (Niza, Primer Imperio francés, 4 de julio de 1807 – Caprera, Reino de Italia, 2 de junio de 1882) fue un militar y político italiano.
Giuseppe Garibaldi nació en Niza, ciudad situada en la costa del Mediterráneo, actualmente en territorio francés cerca de la frontera italiana. Sin embargo, puede considerarse que era italiano, dado que en esa fecha la ciudad de Niza pertenecía al Reino de Piamonte —posteriormente incorporado al Estado italiano con la unificación — habiendo sido Niza cedida a Francia en 1860, a consecuencia de la guerra con Austria. Se hizo notorio históricamente, a causa de su participación en las actividades guerreras vinculadas al proceso que finalmente produjo la unificación política de Italia, durante el segundo y tercer cuarto del Siglo XIX.



Camillo Benso, conde de Cavour (Turín, 10 de agosto de 1810 – 6 de junio de 1861), fue un político y estadista de la Italia anterior a la unificación.



Víctor Manuel II (Vittorio Emanuele Maria Alberto Eugenio Ferdinando Luca Tommaso di Savoia-Carignano) (Turín, 14 de marzo de 1820 - Roma, 9 de enero de 1878) fue el último rey del Reino de Cerdeña y el primer rey de Italia. Hijo primogénito de Carlos Alberto I, rey de Piamonte-Cerdeña y de María Teresa de Habsburgo-Lorena, hija de Fernando III, gran duque de Toscana.
Se distingue por su valentía durante la guerra contra Austria (1848-1849). Forzado de negociar con Austria, se convierte en campeón de la unificación de Italia, y nombra a Camillo Benso, Conde Cavour, Primer ministro. El belicismo exagerado, el maquiavelismo sistemático de éste, sus iniciativas intrépidas, lo desconciertan a veces, pero lo mantienen leal. Comprendiendo que su reino es demasiado débil para enfrentarse de nuevo con Austria, se alía con Napoleon III, aunque el precio de esta alianza sea la entrega de Niza y de Saboya. Las victorias de Magenta y de Solferino les devuelven esperanza a los patriotas italianos. El tratado de Villafranca firmado precipitadamente por Napoléon III y Francisco José de Austria los decepciona.

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