lunes, 30 de noviembre de 2009

Benito Pérez Galdós


Benito Pérez Galdós
(Las Palmas de Gran Canaria, 1843 - Madrid, 1920) Novelista, dramaturgo y articulista español. Benito Pérez Galdós nació en el seno de una familia de la clase media de Las Palmas, hijo de un militar. Recibió una educación rígida y religiosa, que no le impidió entrar en contacto, ya desde muy joven, con el liberalismo, doctrina que guió los primeros pasos de su carrera política.
Cursó el bachillerato en su tierra natal y en 1867 se trasladó a Madrid para estudiar derecho, carrera que abandonó para dedicarse a la labor literaria. Su primera novela, La sombra, de factura romántica, apareció en 1870, seguida, ese mismo año, de La fontana de oro, que parece preludiar los Episodios Nacionales.
Dos años más tarde, mientras trabajaba como articulista para La Nación, Benito Pérez Galdós emprendió la redacción de los Episodios Nacionales, poco después de la muerte de su padre, probablemente inspirado en sus relatos de guerra –su padre había participado en la guerra contra Napoleón–. El éxito inmediato de la primera serie, que se inicia con la batalla de Trafalgar, lo empujó a continuar con la segunda, que acabó en 1879 con Un faccioso más y algunos frailes menos. En total, veinte novelas enlazadas por las aventuras folletinescas de su protagonista.
Benito Pérez Galdós
(Las Palmas de Gran Canaria, 1843 - Madrid, 1920) Novelista, dramaturgo y articulista español. Benito Pérez Galdós nació en el seno de una familia de la clase media de Las Palmas, hijo de un militar. Recibió una educación rígida y religiosa, que no le impidió entrar en contacto, ya desde muy joven, con el liberalismo, doctrina que guió los primeros pasos de su carrera política.
Cursó el bachillerato en su tierra natal y en 1867 se trasladó a Madrid para estudiar derecho, carrera que abandonó para dedicarse a la labor literaria. Su primera novela, La sombra, de factura romántica, apareció en 1870, seguida, ese mismo año, de La fontana de oro, que parece preludiar los Episodios Nacionales.
Dos años más tarde, mientras trabajaba como articulista para La Nación, Benito Pérez Galdós emprendió la redacción de los Episodios Nacionales, poco después de la muerte de su padre, probablemente inspirado en sus relatos de guerra –su padre había participado en la guerra contra Napoleón–. El éxito inmediato de la primera serie, que se inicia con la batalla de Trafalgar, lo empujó a continuar con la segunda, que acabó en 1879 con Un faccioso más y algunos frailes menos. En total, veinte novelas enlazadas por las aventuras folletinescas de su protagonista.
Benito Pérez Galdós (Óleo de Sorolla)
Durante este período también escribió novelas como Doña Perfecta (1876) o La familia de León Roch (1878), obra que cierra una etapa literaria señalada por el mismo autor, quien dividió su obra novelada entre Novelas del primer período y Novelas contemporáneas, que se inician en 1881, con la publicación de La desheredada. Según confesión del propio escritor, con la lectura de La taberna, de Zola, descubrió el naturalismo, lo cual cambió la manière de sus novelas, que incorporarán a partir de entonces métodos propios del naturalismo, como es la observación científica de la realidad a través, sobre todo, del análisis psicológico, aunque matizado siempre por el sentido del humor.
Bajo esta nueva manière escribió alguna de sus obras más importantes, como Fortunata y Jacinta, Miau y Tristana. Todas ellas forman un conjunto homogéneo en cuanto a identidad de personajes y recreación de un determinado ambiente: el Madrid de Isabel II y la Restauración, en el que Galdós era una personalidad importante, respetada tanto literaria como políticamente.

Argumento de la Misericordia.

Benina, es una criada que pide limosna en la calle, junto a otros mendigos, al lado de la iglesia. Un día, un tal señor Carlos Moreno le dice que al día siguiente debía visitarle en su casa. La señora Benina, de camino a casa, se encuentra con Almudena, un ciego marroquí, al cual le pide un duro para llevarse y poder comer. Su señora no lo sabe, pero Benina pide limosna para que ella y su ama puedan subsistir, y por ello inventa la historia de que ella trabaja de criada en casa de un tal Romualdo, que supuestamente es un sacerdote que le da dinero a Benina.
Al día siguiente Benina se dirige a casa de Carlos Moreno, en la que se lleva una gran decepción al recibir únicamente un duro y una libreta para llevar los gastos mensuales. Ya en la calle, Benina se encuentra a Almudena, que en una cafetería le cuenta la historia de un rey muy poderoso que puede dar todo el dinero que se quiera. Benina consigue vender el libro de cuentas mensuales, que el señor Moreno le había dado, a una compañera de Almudena por tres pesetas.
Benina se dirige posteriormente a casa de la hija de su ama para darle dinero, la hija se llamaba Obdulia. En casa de Obdulia, Benina se entretiene hablando con Frasquito Ponte y preparando el almuerzo a él y a Obdulia.
Al día siguiente se encuentra con Almudena que le sigue contando la historia del poderoso rey, después regresa a casa y su ama le cuenta que había recibido la visita de un dependiente de una tienda, que le reclamaba diez duros.
Al siguiente día Benina se dirige a una casa de dormir propiedad de una amiga, en busca de los diez duros, en la que pregunta por Frasquito Ponte y le cuentan que estaba enfermo. Benina se dirige posteriormente a una taberna en la cual se albergaba el señor Ponte. Ya en la taberna, pregunta por Pitusa, la dueña que le muestra la habitación de Ponte. Benina aprovecha para pedir los diez duros a Pitusa, la cual le presta unas joyas con la condición de devolverlas en ocho días. Benina se marcha llevándose a Ponte a su casa, donde tras una conversación con su ama, consigue que ésta le acepte como invitado. Al otro día, Benina se encuentra a Almudena que estaba muy enfadada por tener Benina a Frasquito Ponte en su casa. Almudena llegó a pegarle con un palo en un ataque de ira, aunque después se disculpó, y le dijo que quería casarse con ella.
Al día siguiente, Benina, fue a visitar a Almudena que se había cambiado de casa, y ahora, vivía en un barrio gitano. Benina no logró encontrarlo y, al volver a casa, su ama le dijo que había visto a don Romualdo queriendo hablar con ella. Benina quedó muy extrañada al oír que el fruto de su invención cobraba vida.
El siguiente día, Benina, salió camino de la Costanilla de San Andrés, donde trabajaba Frasquito, para dar parte de la enfermedad de éste. En el camino se encontró a un anciano el cual le dijo que conocía a un tal Romualdo, y después le pidió comida. Tanta era la bondad de Benina, que dio de comer a un montón de pobres que rondaban por allí. Después salió Benina nuevamente en busca de Almudena a quien encontró y le preparó un poco de comida.
A la mañana siguiente, Benina volvió a encontrarse con más pobres que le pedían comida, y al negársela, se disgustaron mucho. Benina siguió su camino hasta donde se alojaba Almudena, y juntos, se pusieron a comer. Mientras comían, recibieron el ataque de un grupo de vándalos y Almudena recibió un fuerte impacto con una piedra. Benina dejó a Almudena a cargo de una pareja para que lo cuidaran, a cambio de dinero.
A los dos días, se repuso el moro Almudena de sus heridas, y se volvió a la calle para pedir limosna junto a Benina. Cogieron los guardias secretos a los dos mendigos y se los llevaron a una casa de pobres. Esa noche la pasó Benina sin dormir en casa.
Al día siguiente, doña Paca, la ama de Benina, recibió la visita de Romualdo que le entregaba una gran fortuna en herencia. También recibió su parte Frasquito Ponte. Doña Paca le preguntó a Romualdo por Benina, y éste, le contestó que era una mendiga que pedía junto a un moro. Doña Paca se sobresalto mucho al enterarse de la verdad sobre su criada.
Al ser Frasquito Ponte más rico que nunca, se compró un caballo y buenas ropas. Un día fue a sacar a Benina de la casa de pobres y la trajo a casa. En el viaje de vuelta, sufrió una caída, supuestamente sin importancia.
Benina no fue admitida en casa ya que estaban de mudanzas, pero esta no era la razón. Benina no fue admitida porque doña Paca estaba presionada por Juliana, la mujer de Antonio, que era el hijo de Paca. Juliana había tomado las riendas de la casa y tenía a doña Paca hundida. Juliana engañaba a Benina con falsas esperanzas de poder volver cuando su hubiesen mudado. Incluso contrataron a otra criada recomendada anteriormente por la Juliana.
Frasquito Ponte llegó un día a la nueva casa a expresar lo que pensaba de la injusticia de Juliana, y al salir, cayó muerto por causa del traumatismo que le había causado la caída que tuvo con el caballo.
Al mes de gobernar en casa de doña Paca, que estaba viviendo bajo presiones y penas por la falta de su amiga Benina, Juliana fue a visitar a Benina, que estaba viviendo con Almudena, para contarle que tenía pensamientos de que sus hijos se iban a morir. Juliana, como todo el mundo, creía que Benina era una mujer santa, y si le decía que no se preocupara por sus hijos, ese mal pensamiento se alejaría para siempre. Le dijo Benina lo que Juliana quería que le dijera y los malos pensamientos desaparecieron y dejaron a Juliana tranquila.

No hay comentarios: