lunes, 1 de junio de 2009

Don quijote de la mancha

Cuando Lope de Vega irrumpió como autor dramático, Cervantes no tuvo más remedio que quitarse el sombrero y decir: "Y entró luego el monstruo de la naturaleza, el gran Lope de Vega, y alzose con la monarquía del teatro". No fue el autor de El Quijote, ni mucho menos, el único escritor de la época que envidió la capacidad inventiva, el talento y el éxito de Lope de Vega (Madrid, 1562-1635). Hasta tal punto marcó la escena y convirtió el teatro en un fenómeno popular y para todos los públicos que surgieron multitud de imitadores, de copiones, cabría decir. Desde dramaturgos a cómicos pasando por espías, que acudían a ver sus obras y a memorizarlas para utilizarlas después como argumentos. El estreno el miércoles en Valladolid, por la Compañía Nacional de Teatro Clásico (CNTC), de La estrella de Sevilla, atribuida al maestro pero rodeada de polémica, prueba hasta qué punto las dudas sobre su autoría alcanzan a obras fundamentales de Lope de Vega.

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