lunes, 27 de abril de 2009

Verbos

Preterito indicativo verbo "caber"
quepo
cabes
cabe
cabemos
cabéis
caben

Preterito indefinido
cupe
cupiste
cupo
cupimos
cupisteis
cupieron

Preterito inperfecto subjuntivo
anduviera/anduviese
anduvieras/anduvieses
anduviera/anduviese
anduviéramos/anduviésemos
anduvierais/anduvieseis
anduvieran/anduviesen

Presente del subjuntivo "errar"
yerre
yerres
yerre
erremos
erréis
yerren

Biografia Fernando de Rojas

Fernando de Rojas, (La Puebla de Montalbán, Toledo, 1470 - Talavera de la Reina, Toledo, 1541), dramaturgo español, autor de La Celestina, considerada una de las obras cumbre de la historia de la literatura española y la más importante sin duda en la transición entre la Edad Media y el Renacimiento.

Portada de La Celestina en su versión definitiva de Tragicomedia.
Nació en La Puebla de Montalbán (Toledo), hacia 1470, en el seno de una familia de judíosconversos que reaparece en posteriores procesos inquisitoriales por mantener el judaísmo a escondidas de la Inquisición. De Rojas ayudó a miembros de su familia, los llamados marranos o criptojudíos, Anusim en la literatura rabínica, afectados por las persecuciones de la Inquisición. Su familia habría sido perseguida y él mismo ha aparecido en documentos como acusado por la Inquisición, documentos que demuestran que fue el autor de La Celestina.
Estudió leyes en la Universidad de Salamanca, según él mismo afirma en La carta del autor a un su amigo, que precede el texto de su obra. Parece documentado que hacia 1496-97 habría obtenido su grado de Bachiller en Leyes.
Hoy día no se duda de que sea el autor de La Celestina, que habría escrito con pocos más años que su protagonista, Calisto, que cuenta con veintitrés. Fernando de Rojas rondaría los veinticinco. El autor reveló su nombre y lugar de nacimiento en un famoso acróstico al principio de la segunda edición del año 1500. No se le conoce ninguna otra obra ni es mencionado por ninguno de sus contemporáneos.
Se le sabe establecido en la localidad de Talavera de la Reina, población de la que algunos autores piensan que fue alcalde[1] y casado allí. Su condición de converso influye en el argumento de su obra, que a decir de la mayoría de los críticos es obra de alguien de esta condición: se ha dicho que la ausencia de fe firme justificaría el pesimismo de La Celestina y la falta de esperanza patente en su dramático final.
Murió en 1541 en Talavera de la Reina, entre el 3 y el 8 de abril. Se conserva su testamento, fechado ese día 3, muy detallado, que ha sido el deleite de los críticos al poder estudiar su abundante biblioteca. Dejó los libros de derecho a su hijo, que también fue abogado, y los de literatura profana a su esposa. En el inventario de su biblioteca, y eso es lo extraño, no figura ninguna edición o manuscrito de La Celestina, a pesar de que cuando murió había al menos 32 ediciones de la obra.

La Celetisna

Acto 1
Calisto entra en la huerta de Melibea y, al verla, se enamora de ella. Comienza a hablarle, pero ella le rechaza. Por este motivo Calisto, muy apenado, habla con un criado suyo llamado Sempronio, quien le endereza a una vieja alcahueta llamada Celestina, donde él mismo tiene una amada, Elicia. Entretanto y hasta que llegan Sempronio y Celestina a casa de Calisto, queda éste razonando con otro criado, Pármeno, un viejo conocido de Celestina que quiere inducirle a la concordia de Sempronio mediante la promesa de una aventura amorosa con Areúsa, una de sus pupilas.
Acto 2
Celestina parte de la casa de Calisto hacia la suya y Calisto queda razonando con Sempronio sobre la utilidad de las cien monedas que ha otorgado a Celestina como adelanto por sus servicios. Sempronio insiste en que ha hecho bien en recompensar a Celestina de tal forma, pero Calisto, a quien todo le parece tardanza, envía a Sempronio para apremiar a la alcahueta. Quedan entretanto Calisto y Pármeno juntos razonando.
Acto 3
Sempronio va a casa de Celestina, como había ordenado su señor, y la reprende por su tardanza. Finalmente se dirige Celestina a casa de Melibea. Quedan entretanto Sempronio y Elicia, su amada, en casa.
Acto 4
Celestina, andando por el camino, habla consigo misma hasta llegar a la casa de Pleberio, padre de Melibea. Allí halla a Lucrecia, la criada. Alisa, la madre de Melibea, la hace entrar. Entretanto llega un mensajero a llamar a Alisa y queda Celestina sola con Melibea, a quien descubre la causa de su venida.
Acto 5
De regreso de casa de Melibea, Celestina va hablando por la calle hablando consigo misma. En su casa descubre a Sempronio que la está esperando. Ambos van hablando hasta la casa de Calisto y Pármeno, que les ve venir y pregunta a su amo sobre si debe abrir la puerta, abre.
Acto 6
En casa de Calisto, éste le pregunta a Celestina sobre lo que le ha acontecido con Melibea. Mientras, Pármeno le pone a cada momento un mote distinto a Celestina pese a que Sempronio le reprende constantemente. En fin, la vieja Celestina le descubre todo lo que ha averiguado de Melibea y le enseña un cordón de la amada. A continuación se dirige a su casa con Pármeno.
Acto 7
Celestina habla con Pármeno en el intento de inducirle a concordia y amistad de Sempronio y Pármeno le responde recordándole la promesa que le hizo acerca de Areúsa. Los dos van a casa de Areúsa donde Pármeno pasa la noche. Celestina vuelve a su casa, donde Elicia le increpa por su tardanza.
Acto 8
Llega la mañana y Pármeno despierta. Se despide de Areúsa y vuelve a casa de Calisto, su señor. En la puerta ve a Sempronio, con quien concierta su amistad. Van juntos a la cámara de Calisto, que está hablando consigo mismo. Una vez que se levanta, se dirige a la iglesia.
Acto 9
Sempronio y Pármeno van a casa de Celestina, hablando entre sí. En casa de la alcahueta encuentran a Elicia y Areúsa. Se ponen a comer. Entre tanto llega Lucrecia, criada de Melibea, a llamar a Celestina, que vaya a estar con Melibea.
Acto 10
Mientras andan Lucrecia y Celestina por el camino, está hablando Melibea consigo misma. Llegan a la puerta y una vez dentro, Celestina entabla una conversación con Melibea. Esta, después de muchas razones, le descubre su gran amor hacia Calisto. Acuerdan una cita con Calisto. Celestina se va cuando ve llegar a Alisa, conocedora de la mala fama de Celestina entre la gente. Alisa pregunta a su hija por los negocios de Celestina y ésta defiende a Celestina.
Acto 11
Celestina va sola por la calle hablando consigo misma. Ve a Sempronio y a Pármeno que se dirigen hacia a iglesia a por su señor. Sempronio habla con Calisto. Van a su casa, donde Celestina le informa sobre el amor de Melibea y la cita acordada. Mientras, Pármeno y Sempronio hablan entre sí. Celestina se despide de Calisto, que le ha otorgado una cadena de oro como recompensa por sus servicios, y se dirige a su casa, donde Elicia le abre la puerta. Cenan y se van a dormir.
Acto 12
Calisto, Sempronio y Pármeno van llegada la media noche a casa de Melibea, que ya le aguarda. Los dos enamorados hablan entre puertas y se confiesan el amor mutuo. Finalmente Calisto se despide después de haber concertado otra cita con Melibea y vuelve con sus criados hacia su casa. Entretanto se han despertado los padres de Melibea y preguntan a su hija por las razones de los ruidos que se podían oír en su habitación. Melibea afirma que estaba sedienta. Al mismo tiempo tiene lugar una acción que es determinante para el resto del libro. Sempronio y Pármeno van a casa de Celestina a reclamar parte de la ganancia, pero Celestina se niega a compartir. Tienen una pelea y finalmente matan a Celestina. Da voces Elicia y viene la justicia y apresa a los dos.
Acto 13
Llega Sosia llorando por las muertes de Sempronio y Pármeno degollados en la plaza mayor. Sosia se lo cuenta a los demás criados, entre ellos a Tristán, que está delante de la puerta de su amo. Al final del acto le comunican la mala noticia a su amo que hace gran lamentación.
Acto 14
Está Melibea muy afligida por la tardanza de su amado Calisto pero al final llega éste con sus dos criados Sosia y Tristán. Después vuelven todos a su posada y Calisto se retrae en sus palacio quejándose por el poco tiempo que ha estado con Melibea.


Acto 15
Areúsa dice palabras injuriosas a un rufián llamado Centurio, el cual se despide de ella por la venida de Elicia. ésta le cuenta a Areúsa las muertes de Sempronio y Pármeno, al igual que la de Celestina y conciertan las dos vengar las muertes de los tres en los dos enamorados por mediación de Centurio. Finalmente Elicia se despide de Areúsa.
Acto 16
Pensando Pleberio y Alisa tener su hija el don de la virginidad conservado, lo cual, según ha parecido no es así, están razonando sobre el casamiento de Melibea. Esto lo oye Melibea, en quien despiertan pena las palabras de sus padres, y envía a Lucrecia para que sea causa de su silencio en aquel propósito.
Acto 17
Elicia determina dejar de pensar en la muerte de los tres seres queridos, como le aconseja Areúsa. Va a casa de ésta misma, adonde viene Sosia, al cual Areúsa saca todo el secreto que está entre Calisto y Melibea.
Acto 18
Elicia determina de hacer amistades entre Areúsa y Centurio por precepto de Areúsa y van a casa de Centurio pare rogarle la venganza de las muertes en Calisto y Melibea. Centurio lo promete delante de ellas, pese a intentar excusarse.
Acto 19
Calisto va con Sosia y Tristán al huerto de Melibea, que le está esperando. Mientras vienen Traso y otros a cumplir lo que había prometido Centurio a las dos pupilas de Celestina. Pero Sosia y Tristán consiguen ahuyentarles. No obstante, Calisto quiere salir en ayuda de sus criados y al descender por la escalera de casa de Melibea sufre un accidente mortal. Melibea, al oír esto, sufre una crisis emocional.
Acto 20
Lucrecia llama a la puerta de Pleberio para que vaya a ver a su hija. Melibea finge inicialmente tener dolor del corazón. Envía Melibea a su padre a por algunos instrumentos músicos al tiempo que ella sube a una torre con Lucrecia. Se despide de Lucrecia y cierra tras ella la puerta. Llega su padre al pie de la torre y Celestina le confiesa su aventura amorosa con Calisto. Al final, se deja caer torre abajo.
Acto 21
Pleberio vuelve a su cámara con gran llanto e informa a su mujer Alisa sobre lo ocurrido. Concluye el libro con un planto.

lunes, 20 de abril de 2009

Jorge Manrique

JORGE MANRIQUE

Biografia:

Por lo general, se supone que nació en Paredes de Nava, (Palencia) , aunque también cabe la posibilidad de que naciese en Segura de la Sierra, (Jaén) , cabeza de la encomienda que administraba el maestre don Rodrigo, su padre, y principal estancia de los Manrique. También se suele afirmar que nació entre la segunda mitad de 1439 y la primera de 1440, pero lo único cierto es que no nació antes de 1432, cuando quedó concertado el matrimonio de sus padres, ni después de 1444, cuando Rodrigo Manrique, muerta doña Mencía de Figueroa, madre de Jorge Manrique y natural de Beas de Segura, pidió dispensa para casarse de nuevo.
La misma indeterminación existe en torno a su infancia, que quizá transcurrió en Segura de la Sierra, y su juventud, hasta 1465, año en que un documento le cita por vez primera. Lo que es seguro es que asumió por completo la línea de actuación política y militar de su extensa familia castellana: como sus demás parientes, fue partidario de combatir a los musulmanes y también participó en las intrigas y luchas en torno a la subida al trono de los Reyes Católicos.
Su padre, Rodrigo Manrique, Conde de Paredes de Nava, que era maestre de la Orden de Santiago (aunque nunca fue oficialmente reconocido como tal), fue uno de los hombres más poderosos de su época y murió víctima de un cáncer que le desfiguró el rostro en 1476. Su madre murió cuando Manrique era un niño. Estudió Humanidades y las tareas propias de militar castellano. Su tío, Gómez Manrique, era también poeta eminente y autor dramático, y no faltaron en su familia otros hombres de armas y letras. La familia de los Manrique de Lara era una de las más antiguas familias nobles de España y poseía algunos de los títulos más importantes de Castilla, como el Ducado de Nájera, el Condado de Treviño y el Marquesado de Aguilar de Campo, así como varios cargos eclesiásticos. Jorge Manrique se casó en 1470 con la hermana de su madrasta, doña Guiomar.
A los 24 años participa en los combates del asedio del castillo de Montizón (Villamanrique, Ciudad Real), donde ganará fama y prestigio como guerrero. Su mote era ni miento ni m'arrepiento. Permaneció un tiempo preso en Baza (Granada), donde murió su hermano Rodrigo, tras su entrada militar en la ciudad para ayudar a sus aliados, los Benavides, frente a los delegados regios (el conde de Cabra y el mariscal de Baena). Se enroló después con las tropas del bando de Isabel y Fernando en la guerra contra los partidarios de Juana la Beltraneja. En esa guerra, en una escaramuza cercana al castillo de Garcimuñoz en Cuenca, defendido por el Marqués de Villena, fue herido de muerte en 1479, probablemente hacia la primavera. Como con el nacimiento, hay distintas versiones sobre el suceso: algunos cronistas coetáneos como Hernando del Pulgar y Alonso de Palencia dan testimonio de que murió en la misma pelea, frente a los muros del castillo, o justo a continuación.[1] Otros, como Jerónimo Zurita, sostuvieron con posterioridad (1562) que su muerte tuvo lugar días después de la batalla, en Santa María del Campo de Rus (Cuenca), donde estaba su campamento. Rades de Andrada señaló cómo se le encontraron entre sus ropas dos coplas que comienzan ¡Oh mundo!, pues que me matas. Fue enterrado en el monasterio de Uclés, cabeza de la orden de Santiago. La guerra terminó pocos meses después, en septiembre.
Señor de Belmontejo, comendador de Montizón, Trece de Santiago, duque de Montalvo por concesión aragonesa y capitán de hombres de armas de Castilla, fue más un guerrero que escritor, pese a lo cual fue también un insigne poeta, considerado por algunos como el primero del Prerrenacimiento. El idioma español sale de la Corte y de los monasterios para encontrarse con el autor individual que, frente a un hecho trascendental de su vida, resume en una obra todo el sentir de su corta existencia.

La inquisicion

¿Cuando surge la inquisicion?


En el siglo XII, en respuesta al resurgimiento de la herejía de forma organizada, se produjo en el sur de Francia un cambio de opinión dirigida de forma destacada contra la doctrina albigense. La doctrina y práctica albigense parecían nocivas respecto al matrimonio y otras instituciones de la sociedad y, tras los más débiles esfuerzos de sus predecesores, el papa Inocencio III organizó una cruzada contra esta comunidad. Promulgó una legislación punitiva contra sus componentes y envió predicadores a la zona. Sin embargo, los diversos intentos destinados a someter la herejía no estuvieron bien coordinados y fueron relativamente ineficaces.
La Inquisición en sí no se constituyó hasta 1231, con los estatutos Excommunicamus del papa Gregorio IX. Con ellos el papa redujo la responsabilidad de los obispos en materia de ortodoxia, sometió a los inquisidores bajo la jurisdicción del pontificado, y estableció severos castigos. El cargo de inquisidor fue confiado casi en exclusiva a los franciscanos y a los dominicos, a causa de su mejor preparación teológica y su supuesto rechazo de las ambiciones mundanas. Al poner bajo dirección pontificia la persecución de los herejes, Gregorio IX actuaba en parte movido por el miedo a que Federico II, emperador del Sacro Imperio Romano, tomara la iniciativa y la utilizara con objetivos políticos. Restringida en principio a Alemania y Aragón, la nueva institución entró enseguida en vigor en el conjunto de la Iglesia, aunque no funcionara por entero o lo hiciera de forma muy limitada en muchas regiones de Europa.


¿A que se dedicaba?

Inquisición, institución judicial creada por el pontificado en la edad media, con la misión de localizar, procesar y sentenciar a las personas culpables de herejía. En la Iglesia primitiva la pena habitual por herejía era la excomunión. Con el reconocimiento del cristianismo como religión estatal en el siglo IV por los emperadores romanos, los herejes empezaron a ser considerados enemigos del Estado, sobre todo cuando habían provocado violencia y alteraciones del orden público. San Agustín aprobó con reservas la acción del Estado contra los herejes, aunque la Iglesia en general desaprobó la coacción y los castigos físicos.

¿Cuando fue prohibida?

La Inquisición quedó al fin suprimida en España en 1843, tras un primer intento, fallido, de los liberales en las Cortes de Cádiz, en 1812.